Temas considerados por la Comisión
Programa de Educación para la Paz
Reunión de Expertos
Gubernamentales para Diseñar un Proyecto de Programa de Educación para
la Paz
REUNIÓN DE EXPERTOS PARA EL DISEÑO
DE UN PROYECTO DE PROGRAMA DE
EDUCACIÓN PARA LA PAZ EN EL HEMISFERIO
14 y 15 de octubre de 1999
Cartagena de Indias, Colombia |
OEA/Ser.K/XXIX
REPEP/doc.6/99
7 de octubre de 1999
Original. inglés |
VIOLENCIA, DEMOCRACIA Y EDUCACIÓN:
UN MARCO ANALÍTICO
(Documento presentado por el Banco Mundial)
Violencia, democracia y educación: un marco
analítico 1
"La educación entrega al pueblo las llaves del
mundo"
José Martí (1853-1895)
Introducción
El 21 de octubre de 1989 cayó el muro de Berlín,
anunciando el colapso del imperio soviético y la defunción del socialismo del siglo XX.
En un artículo sumamente celebrado que se publicó ese año, un funcionario de alto rango
del Departamento de Estado de los Estados Unidos, llamado Francis Fukuyama, anunció
"el fin de la historia", celebrando "la victoria sin ambages del
liberalismo político y económico, y la universalización de la democracia occidental
como la forma definitiva de gobierno humano" 2. De hecho,
la Guerra Fría terminó y todos podemos reposar tranquilos. El capitalismo ha prevalecido
y ahora podemos usar palabras intercambiables, como economía de mercado, libertad y
democracia.
Sin embargo, ¿cómo reconciliamos el triunfo del
liberalismo occidental con las escenas de caos, guerra, crimen, terror y pobreza que
siguen apareciendo en las noticias cotidianas? Esas imágenes perturbadoras no provienen
sólo de las levantiscas repúblicas de la antigua Unión Soviética, del régimen
fundamentalista de Afganistán o de las dictaduras fanáticas de Saddam Hussein o de
Slobadan Milosevic, sino que también se originan en las ricas sociedades democráticas de
nuestro planeta. Por ejemplo, en los Estados Unidos, la nación más próspera del mundo,
el 20 por ciento de los niños vive en la pobreza, 3,5 millones de personas carecen de
techo, un tercio de las familias de bajos ingresos pasa hambre en forma regular, 25
millones de adultos son funcionalmente analfabetos, 42 millones de personas viven sin
seguro de salud, cada año son asesinadas 23.000 personas y se denuncia 50.000
violaciones, y el país ostenta la mayor población carcelaria en todo el mundo. ¿Son
estas estadísticas un simple reflejo de acontecimientos y crisis accidentales, o es que
la violencia coexiste, en un grado significativo, con el capitalismo y la democracia?
Este artículo, cuyo objeto es iniciar el análisis de
estos interrogantes, se divide en tres partes. En la primera, se presenta un marco dentro
del cual se encuadra distintas formas de violencia de manera sistemática. En segundo
lugar, se estudia la forma en que puede usarse esta tipología junto con varias
dimensiones analíticas. Finalmente se examina la compleja relación que existe entre
violencia y educación, a fin de ilustrar en qué forma puede aplicarse el marco de
trabajo a cuestiones que no suele considerarse desde la perspectiva de la violencia y los
derechos humanos.
Las distintas clases de violencia
La mayoría de las personas inscribe la violencia dentro
de un marco estrecho, relacionándola con imágenes de guerra (Kosovo), asesinatos
(Washington, DC) o disturbios (Indonesia). Empero, hay muchas formas de violencia si se
entiende por tal cualquier acto que amenace la integridad física o psicológica de una
persona. Para clasificar las distintas formas de violencia que puede infligirse a un ser
humano, es posible configurar cuatro categorías analíticas, a saber:
- la violencia directa;
- la violencia indirecta;
- la violencia represiva; y
- la violencia alienante.
Cuando se habla o se escribe acerca de la violencia,
generalmente se trata de la violencia directa, vale decir los actos físicos que
lesionan en forma deliberada la integridad de la vida humana. Esta categoría
comprende todas las clases de homicidio (genocidio, crímenes de guerra, masacres de
civiles y asesinatos), así como todos los tipos de acciones brutales o coercitivas que
conllevan sufrimiento físico o psicológico (desplazamiento forzoso de poblaciones,
prisión, secuestro, toma de rehenes, trabajos forzados, torturas, violación y malos
tratos). El tratamiento que el ejército y la policía serbios han infligido a la
población musulmana de Bosnia y Kosovo durante los pasados diez años, constituye un
triste ejemplo de esta clase de violencia. En el siglo XVII, los turcos cortaban la lengua
a cualquier ciudadano armenio que fuera sorprendido hablando en armenio. Dos siglos
después, recurrieron a métodos aún más radicales cuando trataron de exterminar a toda
la población armenia, en 1917. La conquista de las Américas por los colonizadores
españoles y Portuguêss en América Central y América del Sur y por los británicos en
América del Norte, significó guerra, masacres y esclavitud para los indígenas
Poblaciones enteras fueron diezmadas a medida que los colonizadores europeos
se apoderaban de los territorios y saqueaban las minas de oro y plata del continente
americano.
La violencia indirecta es una categoría que
tiene por objeto encuadrar las circunstancias perjudiciales y muchas veces trágicas que,
si bien suscitadas por la intervención humana, no entrañan una relación directa entre
las víctimas y las instituciones, grupos de población o individuos responsables de sus
padecimientos. En cuanto a este tipo de violencia, es necesario distinguir entre dos
subcategorías, a saber la de la violencia por omisión y de la violencia por
intervención.
La violencia por omisión se define trazando una
analogía con la noción jurídica de omisión de asistencia a personas que se encuentren
en peligro. En algunos países, la ley castiga a los ciudadanos que rehúsan u omiten
prestar asistencia a las víctimas de un accidente o una agresión que necesitan atención
urgente. La consideración de la violencia por omisión requiere que se aplique, a escala
social o colectiva, una noción similar de "abstención criminal de
intervención" toda vez que exista una amenaza a vidas humanas derivada de acciones o
fenómenos cuyos efectos perjudiciales, técnicamente, sean evitables o controlables por
la sociedad. Por ejemplo, algunos historiadores han acusado al gobierno de los Estados
Unidos de haberse substraído a intervenir con la presteza suficiente en nombre de las
víctimas del holocausto nazi, afirmando que el Departamento de Estado ya había recibido
información suficiente acerca de la solución final concebida por Hitler en 1942 3. Recién en 1944, tras leer las conclusiones de un memorando secreto
titulado "La aquiescencia de este gobierno ante el asesinato de los judíos", el
Presidente Roosevelt ordenó al ejército de los Estados Unidos que tomara medidas
inmediatas para rescatar a las víctimas de los planes de exterminio nazis. Un nuevo
libro, escrito por Richard Breitman, documenta la existencia de una actitud similar en
Gran Bretaña, donde el gobierno de Anthony Eden no reaccionó ante los informes sobre las
ejecuciones masivas de judíos 4. Debido a su fuerte
inclinación antisemita, Anthony Eden rehusó actuar ante la información devastadora que
había reunido el aparato de inteligencia británico mediante el seguimiento de las
comunicaciones radiales alemanas.
Este estilo de "violencia por omisión" no
sólo comprende la falta de protección contra la violencia física, sino la ausencia de
amparo frente a la violencia social (hambre, enfermedades, pobreza), contra los accidentes
y los riesgos laborales y sanitarios, y contra la violencia derivada de las catástrofes
naturales. En los países donde los recursos abundan pero están distribuidos en forma
desigual, puede considerarse que también sufren la violencia por omisión las víctimas
de la pobreza, que al decir de Mark Twain constituye "el terror más grande".
Esto es, por cierto, válido en lo que atañe al hambre colectiva. En 1944 y 1945, por
ejemplo, las fuerzas francesas ocupantes de Indochina contribuyeron indirectamente a la
muerte por inanición de dos millones de vietnamitas, al negarles acceso a las existencias
de arroz después del fracaso de la cosecha 5.
En los Estados Unidos, la ausencia de leyes estrictas de
control de la posesión de armas de fuego constituye otro ejemplo elocuente de este tipo
de violencia indirecta. Para citar sólo un ejemplo reciente, en diciembre de 1998 una
mujer fue baleada de muerte por su ex marido, en Nueva Jersey, aunque había obtenido una
orden judicial de restricción en virtud de la cual el individuo no podía acercársele,
porque temía por su vida, y la policía había obligado al hombre a entregar su arma. Sin
embargo, el iracundo ex cónyuge sólo tuvo que viajar diez millas para llegar al condado
vecino, donde entró a una armería y compró otra pistola con la que mató a la que fuera
su mujer. Puede decirse que a los fabricantes de armas, al gobierno de los Estados Unidos
y, quizá en mayor grado, a los miembros del Congreso, les cabe una cuota significativa de
responsabilidad por esta muerte y por los miles de accidentes con armas de fuego,
suicidios y asesinatos que ocurren cada año.
El impacto de los desastres naturales puede considerarse
también una forma de violencia indirecta, toda vez que se reconozca que la intervención
humana pudo haber aliviado los efectos de un acontecimiento fortuito y aparentemente
incontrolable. Por ejemplo, especialistas han llegado a la conclusión de que la
catástrofe de Armero, Colombia, ocurrida en 1985, pudo costar menos vidas si se hubiera
observado cuidadosamente el volcán Nevada del Ruiz y se hubiera evacuado a la población
antes del trágico alud 6.
A diferencia de la violencia por omisión, que se
manifiesta en forma pasiva, la violencia por intervención es el resultado de
interferencias humanas deliberadas en el entorno natural o social, cuyos efectos dañinos
se sienten de manera indirecta y, a veces, demorada. Son ejemplos de violencia por
intervención todas las formas de ecocidio que entrañan actos de destrucción o daño
contra el medio ambiente. El uso del defoliante llamado Agente Naranja en las guerras de
Vietnam y Afganistán, por parte de los ejércitos de los Estados Unidos y la Unión
Soviética, respectivamente, que tenía por objeto primario la destrucción de los
cultivos en territorio enemigo, provocó malformaciones genéticas en las criaturas
engendradas en las zonas infectadas y cáncer entre los veteranos de guerra. Otro ejemplo
de esta clase de violencia es la venta, en países en desarrollo, de plaguicidas y
artículos médicos que están prohibidos en su país de origen.
Paradójicamente, los embargos dictados contra
regímenes represivos que tienen su origen en principios generosos de solidaridad con los
pueblos oprimidos por un gobierno dictatorial, pueden ser también una fuente de violencia
por intervención. Un libro reciente del antiguo representante de UNICEF en Haití,
documenta los efectos terribles que surtió entre las mujeres y los niños haitianos el
embargo impuesto por la ONU contra el gobierno ilegítimo del general Cédras 7. En el medio rural, por ejemplo, muchas personas murieron a raíz de
enfermedades comunes porque el transporte se encontraba dislocado por efectos del embargo
sobre el petróleo.
La violencia represiva se refiere a las formas
más comunes de violación de los derechos humanos, documentadas y vigiladas de manera
regular por ONG internacionales como Amnesty International o Human Rights Watch. Las
violaciones de los derechos civiles se suscitan cuando se niega a las personas las
libertades de pensamiento, religión y movimiento, o cuando no existe igualdad ante la
ley, incluido el derecho a un juicio imparcial. Las violaciones de los derechos políticos
se dan en países donde no existe una democracia genuina, ni elecciones limpias, ni
libertad de palabra y de asociación. Las violaciones de los derechos sociales ocurren en
los países donde no es legal la formación de sindicatos o la realización de huelgas.
La democracia es un fenómeno bastante reciente en la
historia de la civilización humana y hasta hace pocas décadas la violencia represiva se
hallaba esparcida en la mayoría de los países en todo el mundo. Empero, la desaparición
gradual de las dictaduras en América Latina a lo largo de los veinte años pasados, la
reciente abolición de la segregación racial institucionalizada en Sud Africa y el
retorno al gobierno civil en varios países africanos, y la eliminación del imperio
soviético, han reducido sensiblemente la necesidad de la violencia represiva ejercida por
los gobiernos y la dependencia de ella. Esto no significa, sin embargo, que esta forma de
violencia haya desaparecido totalmente, puesto que sigue imperando en muchos países,
incluidas las sociedades democráticas más antiguas. En Gran Bretaña, por ejemplo, el
gobierno de Margaret Thatcher promulgó en 1980 y 1982 nuevas leyes que restringieron los
derechos de los sindicatos y los trabajadores. En el curso de la intervención del
ejército británico en Irlanda del Norte, se sucedieron graves errores judiciales, como
el notorio caso de los Guilford Four, expuesto en la película "In the Name of my
Father" (En nombre de mi padre).
La noción de violencia alienante, que consiste
en privar a la persona de sus derechos más caros, como el derecho a la integridad
psicológica, emocional, cultural o intelectual, se basa en el supuesto de que el
bienestar de una persona no sólo proviene de la satisfacción de sus necesidades
materiales. El análisis de la violencia alienante supone la atención a la satisfacción
de necesidades inmateriales como son la promoción en el empleo o en el seno de la
comunidad, la oportunidad de dedicarse a actividades creativas, la necesidad de afecto de
los niños de corta edad -algunos psicólogos infantiles hablan ahora del papel crucial
que desempeña una dimensión llamada inteligencia emocional- el sentido de pertenencia
social y cultural, etc. Se encuentra ejemplos de violencia alienante en los países donde
por medio de políticas deliberadas de etnocidio se procura destruir la identidad cultural
de una comunidad idiomática o religiosa. En Marruecos, por ejemplo, el sector beréber de
la población, que constituye el 60 por ciento del total, no recibe reconocimiento oficial
en la escuela ni en los medios de comunicación. En varios países de Africa y de América
Latina, se asiste a una asimilación gradual de las poblaciones indígenas, en virtud de
la cual éstas pierden su identidad como consecuencia de las políticas culturales
discriminatorias. El racismo y toda otra práctica prejuiciosa en contra de cualquier
grupo determinado de la sociedad, como los homosexuales o los ancianos, son otras formas
de violencia alienante que puede percibirse en muchas partes.
La libertad con respecto al miedo es una dimensión
clave de este análisis de la violencia alienante. En todo el mundo, la vida diaria de
millones de personas transcurre bajo los signos de la angustia, la aprensión y el temor.
Esto es perceptible en el seno de las comunidades que se han visto atrapadas en
situaciones de violencia directa como son la guerra, las contiendas civiles y la
represión, y suele persistir durante varios años después de la terminación de los
conflictos. Hoy día, Colombia, Irlanda del Norte, El Líbano, Bosnia y Kosovo son
ejemplos de esto. La población de las zonas urbanas con un alto índice de delincuencia
también son presa de la angustia. Una encuesta reciente realizada entre habitantes de las
ciudades más grandes de América Latina indica que, aun en las urbes donde los índices
de delincuencia son relativamente bajos, como Buenos Aires, una gran parte de la
población vive atemorizada. El rápido auge de los dispositivos y los servicios de
seguridad, tanto en los países industrializados como en los que están en vías de
desarrollo, es un triste testimonio de la importancia de esta dimensión de miedo. En su
mensaje al Congreso de 1941, el Presidente Roosevelt afirmaba que "la libertad con
respecto al miedo" era una de las cuatro libertades esenciales que quería proteger
para el pueblo estadounidense, junto con las libertades de expresión, de culto y frente a
la indigencia.
En el Cuadro 1 se resume las dimensiones principales del
marco analítico propuesto y se indica los niveles de responsabilidad posibles.
Cuadro 1. Distintas clases y formas de violencia
Perpetrador
Categoría |
Individual |
Colectivo |
Firma |
Gobierno |
Violencia directa
(lesión deliberada de la integridad de la vida humana)
asesinato
masacre
genocidio
tortura
violación
malos tratos
traslado forzoso
secuestro y toma de rehenes
trabajo forzado
esclavitud |
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x
x
x
x
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x
x
x
x
x
x
x
x
x |
x
x
x |
x
x
x
x
x
x
x
x
x
x |
Violencia indirecta
(violación indirecta del derecho a la supervivencia)
Violencia por omisión
(falta de protección contra)
pobreza
hambre
enfermedades
accidentes
desastres naturales
Violencia por intervención
(modificaciones dañinas del medio
ambiente) |
|
x |
x
x
x
x
x |
x
x
x
x
x
x |
Violencia represiva
(privación de derechos fundamentales)
derechos civiles
libertad de pensamiento
libertad de expresión
libertad de culto
derecho a juicio imparcial
igualdad ante la ley
libertad de movimiento
derechos políticos
libertad de voto
libertad de asociación
libertad de reunión
derechos sociales
libertad de huelga
libertad de agremiación
protección de la propiedad privada |
|
x
x
x
|
x
x |
x
x
x
x
x
x
x
x
x
x
x
x |
Violencia alienante (privación
de los derechos superiores)
condiciones de vida y de
trabajo alienantes
racismo
ostracismo social
represión cultural
amedrentamiento |
x
x
x
x |
x
x
x
x |
x
|
x
x
x
x
x |
La aplicación del marco analítico a la violencia
¿Cómo puede usarse este marco de trabajo? Su ventaja
principal es que constituye un instrumento analítico flexible para estudiar situaciones
complejas de una manera sistemática, rigurosa y objetiva. Puede compararse situaciones de
violencia conforme a varias dimensiones, por ejemplo geográfica, histórica, ideológica
o institucional, a fin de establecer y estudiar patrones de interconexiones y relaciones
causales en forma coherente.
A lo largo de la dimensión espacial, puede analizarse
los niveles y acaecimientos de la violencia en distintos países, usando el mismo criterio
metodológico y hasta puede encontrarse nexos a través de las fronteras nacionales. Hay,
por ejemplo, un conjunto de relaciones económicas y sociales complejas entre la mirada de
asombro de un niño europeo que compra su primer juego electrónico y el agotamiento que
desborda los ojos de un niño asiático que acaba de finalizar su primera jornada de
trabajo en una línea de montaje de pequeños componentes electrónicos.
En segundo lugar, dentro de la misma dimensión, puede
estudiarse los patrones históricos de violencia delineando, por ejemplo, la relación
causal entre el colonialismo y el crecimiento de las economías occidentales. Al decir del
obispo sudafricano Desmond Tutu, Premio Nobel de la Paz, "cuando los misioneros
llegaron por primera vez al Africa, ellos tenían la Biblia y nosotros la tierra. Nos
dijeron oremos y, para hacerlo, cerramos los ojos. Cuando los abrimos,
nosotros teníamos la Biblia y ellos la tierra".
En tercer lugar, puede aplicarse el mismo criterio para
comparar realidades distintas a través de las fronteras ideológicas. La tipología de
violaciones de los derechos humanos puede usarse para sociedades comunistas y
capitalistas, reinos y repúblicas, y regímenes seculares y fundamentalistas. Si, por
ejemplo, se considera a la difunta Unión Soviética por medio de este marco analítico,
es posible definir las principales dimensiones del costo humano del socialismo tal como
funcionó en esas circunstancias. La historia del régimen soviético está colmada de
relatos de terror, masacres, ejecuciones colectivas, deportación de grupos enteros de la
población, purgas y campos de concentración, que reflejan niveles sin precedentes de
terrorismo estatal institucionalizado 8.
En cuarto término, el marco de trabajo es útil para
detectar situaciones perniciosas en sociedades democráticas donde, teóricamente, los
derechos humanos gozan de protección absoluta bajo el imperio de la ley. La Corte Europea
de Justicia condenó en fecha reciente al gobierno de Francia por el uso de la tortura
policial contra los delincuentes comunes. Amnesty International ha emprendido una campaña
contra la pena capital en los Estados Unidos, que es uno de los pocos países del mundo
junto con Irán, Paquistán y Somalía, donde aún puede condenarse a muerte a menores de
18 años.
En quinto lugar, la tipología permite definir los
respectivos papeles y responsabilidades de distintas instituciones, desde individuos a
grupos de personas, firmas, gobiernos y empresas multinacionales. Por ejemplo, entre 1932
y 1935 murieron miles de paraguayos y bolivianos porque sus países estaban en guerra,
pero en realidad se trataba de una guerra por delegación entre dos compañías petroleras
gigantes -la Standard Oil, de Nueva Jersey y el conglomerado anglo-holandés Shell- que
competían por el control de los yacimientos petroleros del Chaco, en la frontera entre
ambos países.
Una observación final con respecto a la aplicación del
marco de trabajo, es que una manifestación de violencia determinada puede corresponder,
al mismo tiempo, a varias categorías. La esclavitud, por ejemplo, cae dentro de cuatro
categorías de violencia, pues comprende la violencia directa de la cacería de seres
humanos en el Africa Occidental, su traslado forzoso a América y la denegación de la
libertad, la violencia indirecta que suponían las condiciones de vida de los esclavos, la
violencia represiva infligida a personas que jamás gozaron de derecho alguno y, por
último, la violencia alienante que representó el desarraigo de los africanos y su
inmersión en un entorno cultural y social totalmente extraño, así como la denegación
de su dignidad básica como seres humanos. A modo de ilustración extrema de la relación
existente entre la crueldad individual y el significado de la esclavitud como sistema
económico, puede evocarse una "delicada" práctica de uso durante el siglo XIX
en las plantaciones cubanas con objeto de mantener la continuidad de la población
esclava. Antes de castigar a una esclava embarazada por alguna falta cometida en su
trabajo, debía excavarse un hoyo en la tierra de modo que la mujer pudiera yacer sobre su
vientre y ser azotada sin peligro de que la criatura sufriera daño alguno 9.
Violencia y educación
?Puede aplicarse el mismo marco analítico al concepto
de educación? A primera vista, no pareciera haber compatibilidad entre violencia y
educación, pues la primera se refiere a situaciones lesivas que ocasionan sufrimiento a
las personas y la segunda atañe a un proceso positivo de crecimiento intelectual y moral.
Sin embargo, estas dos nociones que, al parecer, pertenecen a realidades muy distanciadas,
tienen, de hecho, muchos puntos de intersección. En algunos países, las escuelas son
ámbitos violentos y el proceso de educación, o la ausencia de éste, son determinantes
de violencia importantes. Al mismo tiempo, la educación puede ser un instrumento poderoso
para reducir la violencia y mejorar la situación de los derechos humanos en cualquier
sociedad.
Ya en 1948, la comunidad internacional decidió incluir
en la Declaración Universal de Derechos Humanos, un artículo afirmando que "la
educación será gratuita, por lo menos en las etapas elemental y fundamental".
La declaración añadió que la enseñanza elemental también debía ser obligatoria.
Otros textos e instrumentos jurídicos han reafirmado la importancia de este derecho
humano básico, por ejemplo la Convención sobre Derechos Económicos, Sociales y
Culturales, la Declaración de los Derechos del Niño, de 1959, y la Convención sobre los
Derechos del Niño, que ha sido ratificada por 191 países 10.
La Convención de la UNESCO contra la discriminación en
la educación, estableció una segunda dimensión afín, a saber la igualdad de
oportunidades educacionales, concerniente a la obligación que tienen los Estados de
ofrecer acceso a la educación a todos los niños por igual, cualquiera sea su origen
regional, raza, credo, idioma o sexo.
La tercera dimensión de la educación como derecho
humano defendido por el sistema de las Naciones Unidas, es la noción de la libertad de
elección. La Convención Internacional sobre Derechos Civiles y Políticos, estipula que
los Estados partes de dicha convención se comprometen a respetar la libertad de los
padres de asegurar que la educación religiosa y moral de sus hijos guarde conformidad con
sus propias convicciones.
Con objeto de hacer hincapié en la importancia que se
asigna a la educación como derecho humano, desde 1998 la Comisión de Derechos Humanos de
la ONU, subordinada al Consejo Económico y Social de la organización, difunde un informe
anual sobre el grado de respeto de los países al derecho a la educación tal como lo
define el sistema de las Naciones Unidas. El contenido del informe, empero, revela un
análisis cauteloso y restringido de los temas pertinentes 11.
En cuanto al acceso y la disponibilidad, el informe se concentra en la legislación
nacional sobre el carácter obligatorio y gratuito de la enseñanza, sin incluir
consideraciones acerca de su cumplimiento real. La dimensión de la igualdad de
oportunidades se examina exclusivamente desde el punto de vista de las desigualdades en
razón del sexo que constituyen, sin duda alguna, un elemento crucial pero no único, por
cierto. También merece analizarse la disparidad en materia de acceso por razones
socioeconómicas, étnicas, idiomáticas y religiosas. Finalmente, entre los miembros de
la Asamblea General reina escaso consenso en cuanto a considerar la "elección por
los padres" como un derecho humano fundamental en el mismo plano que el acceso a la
enseñanza básica. Muchos Estados consideran que este es un concepto occidental y
capitalista cuyo objeto es legitimar patrones existentes de inequidad social o racial, o
justificar la introducción de sistemas de cupones.
Para asegurar una evaluación más rigurosa y
sistemática de la relación que existe entre violencia y educación, es posible aplicar
el marco analítico expuesto antes examinando los nexos desde dos ángulos
complementarios: primero, la educación como lugar o determinante de violencia y, segundo,
la educación como instrumento para reducir la violencia en la sociedad. Para comenzar con
la violencia directa, es lamentable observar que las escuelas no son los santuarios de paz
y armonía que debieran. En muchos países, la violencia de la sociedad llega a las
escuelas y, en este sentido, los Estados Unidos brindan el ejemplo más saliente 12. En una sociedad donde la violencia perpetrada mediante las armas
de fuego se ha convertido en un peligro importante para la salud pública, las escuelas no
están inmunizadas y en muchos establecimientos escolares urbanos, la primera experiencia
"educacional" cotidiana de cada alumno es el pasaje a través de un detector de
metales. Los agentes policiales y los patrullajes con perros forman parte de la escena
escolar regular. La frecuencia de las masacres escolares como la de Stockton en enero de
1989 o, más recientemente, la matanza en la Columbine High School, de Colorado, en abril
de 1999, ha crecido en proporción radical.
Los castigos corporales, si bien son menos notorios,
constituyen otra dimensión importante de violencia directa que forma parte de la
experiencia cotidiana de los estudiantes en muchos países, especialmente en el mundo en
vías de desarrollo. En muchas culturas, se considera que los golpes son un instrumento
normal de ayuda para que los alumnos aprendan mejor. En Marruecos, por ejemplo, muchos
maestros de escuela primaria trabajan empuñando una regla, un palo o un trozo de manguera
de goma, que usan generosamente para castigar a los niños 13.
El estudioso estadounidense V. Maher, que pasó un año en el interior de Marruecos,
recuerda que generalmente "los maestros gritan sus lecciones, ridiculizan y
golpean libremente" 14. Según explicó un maestro, "siempre
se ha golpeado a los niños, en el hogar y en las calles. Si uno aplica un sistema
diferente en la escuela, se echan a perder y ya no es posible controlarlos. Es cierto que
en las instituciones de formación de docentes nos enseñan muchas cosas, todo lo que deba
saberse acerca de psicología y pedagogía, pero cuando llegamos aquí no sabemos cómo
tratarlos. El uso del garrote es el mejor medio". 15
Los castigos corporales y los abusos verbales en la escuela también se hallan
generalizados en sociedades cohesivas como la del Japón, donde el suicidio de un niño de
13 años llamado Kiyoteru Okochi, en 1994, convirtió esta cuestión en tema de interés
internacional 16.
El analfabetismo, un factor importante de pobreza, es
una de las formas más debilitantes de violencia indirecta o social. Para los millones de
niños y niñas a quienes se niega acceso a la escuela o que se ven obligados a
abandonarla tras pocos años de asistencia, la incapacidad de leer y escribir constituirá
una grave desventaja durante el resto de sus vidas. Esta carencia afecta sus posibilidades
de encontrar un empleo remunerado y de tornarse más productivos si trabajan por su
cuenta. Asimismo, repercute negativamente en su salud y en la de sus familias,
especialmente en el caso de las niñas y las madres que, generalmente, desempeñan el
papel más importante en la transmisión de los hábitos progresistas de higiene y salud.
Los niños excluidos de las escuelas son, generalmente,
las víctimas de políticas negligentes del gobierno, que no han hecho de la
"educación para todos" una verdadera prioridad nacional. En este sentido,
algunos grupos de la sociedad pueden verse más afectados que otros. En muchos países
árabes, africanos y del sudeste asiático, por ejemplo, las niñas se encuentran, de
manera sistemática, en peor situación que los varones en cuanto al acceso a la escuela y
la permanencia en el sistema educacional. El 60 por ciento de los 130 millones de niños
de edades entre seis y once años que, en todo el mundo, no asisten a la escuela, son del
sexo femenino. En la región del Caribe, en cambio, se da un patrón opuesto de
desigualdad entre los sexos y el desempeño escolar de las niñas es mejor que el de los
varones. En varios países de América Latina, los niños de los grupos indígenas tienen
menos posibilidades que el resto de la población de ingresar a la escuela o de permanecer
en ésta.
A veces, a la negligencia del gobierno se suman las
prácticas de discriminación deliberadas en contra de grupos "minoritarios",
desde un punto de vista social o legal. Hasta comienzos de los años noventa, en Sud
Africa la educación era para la mayoría negra un poderoso instrumento de perpetuación
del injusto sistema de segregación. En 1970, por ejemplo, menos de uno por ciento de la
población de color había completado diez años de educación formal, frente a 23 por
ciento de la población blanca. Al decir del Ministro de Asuntos Nativos, "... la
política de mi departamento es que la educación debe plantar ambos pies en las reservas
y tener sus raíces en el espíritu y el ser de la sociedad bantú... En la comunidad
europea [el bantú] no tiene lugar por encima del nivel de ciertas formas de trabajo"
17. Indonesia, Malasia y Sri Lanka son otros países donde las
políticas educacionales se orientaron de manera deliberada y sistemáticamente
prejuiciada contra ciertas minorías étnicas, bajo la forma de cuotas explícitas o
implícitas.
El analfabetismo no es una enfermedad exclusiva de un
país en vías de desarrollo. Encuestas recientes en naciones industrializadas han
mostrado que una proporción sorprendentemente alta de la población adulta -entre 15 por
ciento y 25 por ciento- es funcionalmente iletrada. Esto es más preocupante en la medida
que los rápidos cambios tecnológicos y las revoluciones de la información y la
comunicación están modificando radicalmente el contenido de los empleos y los patrones
de carrera. La educación durante toda la vida ya no es un lujo sino una necesidad para la
supervivencia y la adaptación.
Con respecto a la categoría de la "violencia
represiva", una población sin educación ofrece terreno fértil para la denegación
de los derechos civiles y políticos. Aun en países con una larga tradición
democrática, la proporción elevada de abstención en votaciones políticas clave, como
ocurre por ejemplo en los Estados Unidos o en Francia, puede ser un índice de que el
analfabetismo entre los adultos y la falta de educación cívica en las escuelas, son
obstáculos que se oponen a una participación plena de la mayoría en la vida
democrática. Encuestas sucesivas realizadas entre los alumnos de primer año
universitario en los Estados Unidos, indican que los jóvenes se desentienden en grado
creciente de la vida política y comunitaria 18. En muchas
sociedades, la gestión, estructura y organización de las escuelas y las prácticas
pedagógicas, no reflejan los ideales democráticos que pueden influir positivamente en
los jóvenes que acuden a esas escuelas para educarse. Según destacaron dos profesores en
un libro reciente sobre las escuelas democráticas, "el significado más profundo de
la democracia no lo moldea la retórica política brillante, sino que se gesta en los
detalles de las vidas cotidianas" 19.
La última categoría de violencia, vale decir la
violencia alienante, reviste importancia especial para este análisis de la educación y
los derechos humanos. En muchos sistemas de educación, existe una gran desconexión entre
el plan de estudios que se dicta en la escuela y la comunidad a la que ésta presta
servicio. Para millones de niños, la inmersión en un plan de estudios cuyo contenido y,
a veces hasta el idioma, le resultan extraños, constituye una experiencia educacional
harto perturbadora. A menudo, los libros de texto reflejan un sesgo cultural, urbano o
sexista que presenta de manera equívoca a grupos minoritarios o a segmentos de la
población cuya situación es minoritaria. A veces, el grado de frustración llega a ser
tan alto como para provocar reacciones extremas. En Sri Lanka, por ejemplo, pareciera que
el movimiento violentista Tamil Tigers nació entre estudiantes desilusionados con un
sistema de educación que ignoraba totalmente su cultura minoritaria.
Una vez más, este tipo de problemas no se encuentra
circunscripto al mundo en desarrollo. El progreso del "creacionismo" en los
Estados Unidos es un ejemplo llamativo de enseñanza basada en el perjuicio, en un país
industrializado. Durante los diez años recientes, cristianos fanáticos han asumido el
control de las juntas escolares en muchos estados y han logrado eliminar las referencias a
Darwin y a la teoría de la evolución de las especies de los planes de estudio de los
colegios secundarios 20.
Otra dimensión importante de la violencia alienante es
la cultura del miedo que predomina en muchos sistemas escolares en los que las pruebas y
exámenes constituyen un fin en sí mismos. Cuando la única finalidad de un ciclo escolar
es la preparación para el siguiente, la ansiedad por la promoción reemplaza al placer
del aprendizaje. La competencia intensa, que muchas veces comienza en el jardín de
infantes, se relaciona con el temor al fracaso y engendra fenómenos negativos, como el
trampeo generalizado, documentado por ejemplo en Paquistán y Bangladesh, y los suicidios
infantiles en el seno de culturas en las que el fracaso en la escuela acarrea la
humillación del niño y la caída en desgracia de la familia, como en el Japón y en Hong
Kong 21. Asimismo, a raíz de la violencia física que impera
en las escuelas de barrios pobres de los Estados Unidos y Europa, los maestros viven bajo
el temor de ser agredidos por los estudiantes desacatados.
Finalmente, ha de señalarse que, como en cualquier otra
situación de violencia, es posible que las diferentes dimensiones de la relación que
existe entre violencia y educación se refuercen mutuamente. En Jamaica y Colombia, por
ejemplo, el fracaso en la escuela y el desempleo creciente llevan a los jóvenes a un
ciclo vicioso de abuso de estupefacientes y violencia callejera.
Afortunadamente, la relación entre violencia y
educación no siempre es perniciosa, sino todo lo contrario. Desde un ángulo positivo, la
educación es un instrumento importante para superar la violencia y mejorar el respeto por
los derechos humanos. En sociedades donde la violencia es o ha sido en fecha reciente un
fenómeno generalizado, por ejemplo en países atormentados por la guerra de guerrillas
como Colombia o en naciones que acaban de dejar atrás un conflicto prolongado, como
Mozambique, Sud Africa o El Salvador, los dirigentes políticos y civiles han puesto
énfasis en la educación para la paz como un elemento clave para modificar el sistema de
valores y formar generaciones de jóvenes que puedan coexistir de una manera más
pacífica. En los países con sistemas políticos represivos, las universidades siempre
han alzado una voz crítica con respecto a las cuestiones políticas y sociales
importantes y en países como Corea y Tailandia, por ejemplo, las protestas estudiantiles
culminaron con la caída de gobiernos autoritarios.
La educación ayuda a los jóvenes a adquirir las
aptitudes y los valores fundamentales para obtener empleo productivo, ajustarse a los
cambios que ocurran en el mercado de trabajo durante su vida y llevar una vida política,
social y cultural significativa. Los niveles de educación más altos también son
factores de una salud mejor y una mayor expectativa de vida. La educación de las niñas,
en especial, rinde enormes beneficios para la salud individual y de la sociedad. Las
madres más educadas mantienen en sus hogares mejores hábitos de higiene y alimentación,
merced a lo cual se logra la reducción de las tasas de mortalidad infantil. Las
adolescentes educadas corren menos riesgo de embarazo y contracción de enfermedades
transmitidas por vía sexual y la educación de las niñas también coadyuva a reducir las
tasas de fecundidad.
En varios países, se ha emprendido experiencias
novedosas de transformación de los planes de estudio y mejoramiento de las prácticas
pedagógicas, a fin de ofrecer una educación más significativa a grupos desventajados. Escuela
Nueva, por ejemplo, es un método interactivo de enseñanza y aprendizaje para
escuelas rurales de grados múltiples, que comenzó en Colombia durante los años ochenta
y se adaptó luego con buenos resultados en Guatemala y Honduras. El movimiento EDUCO, que
comenzó en El Salvador como una iniciativa popular al término de la guerra civil, en
1992, ha conseguido una activa participación de las comunidades en el funcionamiento de
las escuelas en los parajes más pobres del país.
Conclusión
Si ha de comprenderse cabalmente el papel de la
violencia y la consiguiente extensión del daño que ésta causa a diversos grupos de
población o individuos, en una sociedad democrática o en cualquier sociedad, se requiere
dos elementos. Debe, en primer término, llevarse a cabo un análisis sistemático de las
distintas formas de violencia presentes en la sociedad en cuestión. En segundo lugar,
debe procurarse establecer los patrones y las relaciones que vinculan esas manifestaciones
de violencia con las estructuras económicas, sociales y de poder político existentes, a
fin de delinear las responsabilidades. El marco de trabajo expuesto en estas páginas, se
ofrece como instrumento para facilitar un análisis de esa índole.
Este documento se atiene al supuesto de que la violencia
es un fenómeno multifacético, relacionado con causas concretas y con personas o
instituciones responsables. También refleja la firme creencia en la existencia de
derechos humanos universales y en la premisa de que las distintas formas de violencia a
que se ha hecho mención en el artículo, son fuentes de daños o sufrimiento, cualquiera
sea al tipo de sociedad y cultura en que viva la persona y cualquiera sean sus
características individuales. Sea la persona china o suiza, musulmana o judía, hombre o
mujer, la tortura, el hambre, el analfabetismo, la falta de libertad política, el miedo y
la falta de autodeterminación, son lesivas. El grado de tolerancia frente a las distintas
manifestaciones del daño puede variar de una persona a otra, y de una cultura a otra,
pero hay experiencias comunes de opresión, sufrimiento y alienación que afectan a todos
los seres humanos por igual.
El lugar de la educación en el estudio de las
violaciones de los derechos humanos es particularmente importante, en virtud de su
potencial como factor positivo o negativo, con enormes efectos multiplicadores en
cualquiera de los casos. Como se indicó en este documento, la posibilidad de disfrutar de
una educación y la calidad de esa experiencia educacional guardan relación con las
cuatro formas de violencia. Lo ilustró en forma dramática, una carta que dejaron dos
adolescentes de Guinea que, en julio de 1999, aparecieron muertos tras haberse ocultado en
el tren de aterrizaje de un avión de la compañía Sabena que había viajado desde
Conakry a Bruselas. La carta, dirigida a "Excelencias y funcionarios de Europa",
se explica por sí misma:
"... En Africa sufrimos enormemente. Ayúdennos.
Como niños, carecemos de derechos. Tenemos guerras y enfermedades y nos falta comida...
Tenemos escuelas, pero no tenemos educación... 22
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS
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Este artículo ha sido adaptado de
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