Temas considerados por la Comisión
Programa de Educación para la Paz
Reunión de Expertos
Gubernamentales para Diseñar un Proyecto de Programa de Educación para
la Paz
REUNION DE EXPERTOS PARA EL DISEÑO
DE UN PROYECTO DE PROGRAMA DE
EDUCACION PARA LA PAZ EN EL HEMISFERIO
14 y 15 de octubre de 1999
Cartagena de Indias, Colombia |
OEA/Ser.K/XXIX
REPEP/doc.8/99
14 octubre 1999
Original: español |
EDUCANDO
PARA LA PAZ Y LA DEMOCRACIA
(Documento Informativo
presentado por la Unidad para la Promoción de la Democracia de la
Secretaría General de la OEA)
INDICE
I. INTRODUCCIÓN
II. EDUCACIÓN FORMAL Y EDUCACIÓN PARA LA
DEMOCRACIA
• Seminario/taller para el Mercosur (1995)
• Seminario/taller para Centroamérica (1997) • Seminario/taller para
Centroamérica (1998)
III. FORMACIÓN DE LÍDERES JÓVENES
IV. CONSTRUCCIÓN DEL DIÁLOGO Y RESOLUCIÓN
PACÍFICA DE CONFLICTOS
• PROPAZ-Guatemala • Comisiones de
Paz-Nicaragua • MICIVIH-Haití • Bloque Samoré-Colombia • Cursos
V. OTRAS ACTIVIDADES
VI. CONCLUSIONES
EDUCANDO PARA LA PAZ Y LA DEMOCRACIA
I. INTRODUCCION
Si bien en los países de las Américas se
observa actualmente el desarrollo de una significativa cultura política
democrática, ésta no se ha consolidado todavía en forma definitiva. Una
serie de amenazas, tales como la corrupción, el narcotráfico, la violencia,
el terrorismo, la marginación y la persistencia de niveles críticos de
pobreza ponen en peligro cotidianamente los logros obtenidos en esta área
en los últimos 20 años.
Dados los vínculos que unen paz y
democracia, los problemas que obstaculizan el desarrollo democrático en
los países del Hemisferio afectan también las tareas relativas al
mantenimiento de la paz, tanto interna como externamente. La resolución
pacífica de conflictos exige, entre otras condiciones, la plena vigencia
de las reglas de juego democrático.
Consciente de la envergadura de estos
desafíos, la Organización de los Estados Americanos (OEA) ha concentrado
sus esfuerzos en los últimos años en dos grandes áreas críticas: a) la
colaboración con los Estados miembros en sus esfuerzos para enfrentar y
neutralizar las amenazas que ponen en peligro la continuidad del sistema
democrático y b) la promoción, en el largo plazo, de la sostenibilidad de
este sistema a través del fortalecimiento de la cultura política
democrática.
El fortalecimiento de la cultura política
democrática implica, entre otras acciones, la internalización de los
valores, las creencias, las actitudes, los comportamientos y las prácticas
propias del sistema democrático, tales como el respeto por la ley, la
confianza y el respeto mutuo, la tolerancia, la solidaridad, la
participación, la solución pacífica de conflictos y el sentido de la ética
y la probidad. Y este esfuerzo requiere, a su vez, el compromiso de todos
aquellos actores e instancias que forman parte de la sociedad. Si bien el
sistema educativo formal es uno de los principales responsables de la
promoción e inculcación de los valores democráticos, esta responsabilidad
debe ser compartida con otras instancias de socialización, tales como la
familia, los grupos comunitarios, las organizaciones no-gubernamentales y
los medios de comunicación.
Teniendo en cuenta este contexto, la Unidad
para la Promoción de la Democracia (UPD) de la Secretaría General de la
OEA ha desarrollado en los últimos años una amplia gama de programas y
actividades con instituciones educativas gubernamentales y de la sociedad
civil con el objeto de apoyar y promover el conocimiento, los métodos, las
técnicas y la capacidad para la enseñanza y el aprendizaje de los valores
y prácticas vinculadas a la cultura política democrática, especialmente
entre los jóvenes.
Las acciones desarrolladas por la UPD en
este campo se dividen en tres áreas: educación formal, formación de
líderes jóvenes y resolución pacífica de conflictos.
II. LA EDUCACION FORMAL
Teniendo en cuenta el papel determinante de
la educación formal en la promoción de la democracia y los valores
democráticos, la Asamblea General recomendó a los Estados miembros en
junio de 1991 incorporar, particularmente en el curriculum de los primeros
años de educación básica, cursos de educación cívica “que favorezcan en
los educandos el sentido de participación en los asuntos de la comunidad y
los orienten al mejor cumplimiento de sus responsabilidades como
ciudadanos, tanto en la conciencia y el reclamo de sus derechos como en el
cumplimiento de sus obligaciones” (AG/RES. 1087-XXX-O/91). Posteriormente,
en junio de 1993, la Asamblea General resolvió encomendar a la Secretaría
General que considere la posible disponibilidad de recursos económicos y
técnicos para respaldar la incorporación de la educación para la
democracia en los programas en todos los niveles y modalidades de los
sistemas educativos de los Estados miembros interesados.
En este contexto, la UPD ha impulsado en
los últimos años una serie de iniciativas para el desarrollo de programas
y actividades vinculadas a la educación para la democracia en el área de
la educación formal. Así, entre 1995 y 1998 la UPD organizó tres
seminarios-talleres regionales para posibilitar el intercambio y la
discusión de puntos de vista sobre este particular entre representantes de
los ministerios de educación de los países de la región. El primero,
celebrado en Asunción del Paraguay en 1995, reunió a representantes de los
ministerios de educación del Mercosur mientras que los dos restantes,
realizados en San José de Costa Rica en 1997 y Managua en 1998,
respectivamente, congregaron a los viceministros de educación de la región
centroamericana.
Este tipo de iniciativas fue respaldado en
1997 por los gobiernos de los países del Hemisferio en el marco de la
Segunda Cumbre de las Américas, realizada en Santiago de Chile entre el 18
y 19 de abril. El plan de acción aprobado en esa oportunidad insta a los
gobiernos a incorporar en sus proyectos educativos, dentro de sus
respectivos ordenamientos jurídicos, “objetivos y contenidos que
desarrollen la cultura democrática en todos los niveles, para la formación
de personas en valores éticos, conductas solidarias y de probidad”. Para
ello, agrega el documento, “se debe fortalecer la participación de
docentes, familias, estudiantes y comunicadores sociales, en su tarea de
concebir y poner en práctica los proyectos orientados a formar ciudadanos
inspirados en valores democráticos”.
Seminario/taller para el MERCOSUR (1995)
En 1995, la UPD organizó, con la
colaboración del Ministerio de Educación del Paraguay, un seminario-taller
regional sobre Educación para la Democracia. El mismo tuvo lugar en
Asunción entre el 4 y 6 de octubre y contó con la participación de
representantes y técnicos de los ministerios de educación de los países
del MERCOSUR y Chile.
En la declaración firmada en esa
oportunidad, los delegados presentes enfatizaron la importancia del
desarrollo y perfeccionamiento de los sistemas educativos de los países
del Hemisferio a fin de asegurar la igualdad de oportunidades a todos los
sectores de la sociedad. La transformación de la educación en un auténtico
instrumento de democratización, señalaron los firmantes de la declaración,
depende fundamentalmente de dos condiciones básicas: el compromiso del
estado y la sociedad civil para garantizar las condiciones de acceso y
permanencia de todos los sectores de la sociedad en el sistema educativo y
la democratización de los procesos y mecanismos de gestión de las
instituciones educativas en todos los niveles del sistema. El estado,
agrega la declaración, en su carácter de promotor del bien común, debe
promover y establecer redes de apoyo con los grupos y organizaciones no
gubernamentales que trabajan en educación.
La educación para la democracia, finaliza
el documento, no deberá ser considerada una disciplina aislada sino un
componente fundamental del curriculum.
Primer Seminario/taller para Centroamérica
(1997)
Posteriormente, en 1997, la UPD organizó,
en forma conjunta con el Ministerio de Educación de Costa Rica, un
encuentro similar al realizado en Paraguay, destinado a los países de la
región centroamericana, denominado Seminario/Taller Centroamericano sobre
la Enseñanza y Aprendizaje de Valores Democráticos en los Sistemas
Educativos Formales. A la reunión, celebrada en San José de Costa Rica
entre los días 6 y 8 de agosto de 1998, concurrieron los viceministros de
Educación de la región, quienes coincidieron en señalar enfáticamente la
necesidad de fortalecer la educación para la democracia en los sistemas
educativos de los países del área, “a fin de contribuir al mejoramiento de
las condiciones de vida y el pleno desarrollo social” de los países del
área.
Como fruto del encuentro se aprobó una
declaración en la que se acordó 1) apoyar el establecimiento y el
desarrollo del Programa Regional Centroamericano de Cooperación en
Educación para la Democracia; 2) instar a la OEA a cooperar individual y
colectivamente con los ministerios de Educación de los países
centroamericanos en la ejecución de los planes, programas y proyectos
tendientes a incentivar y fortalecer la enseñanza y el aprendizaje de
valores y prácticas democráticas y 3) realizar un nuevo encuentro de
viceministros de Educación de Centroamérica para elaborar el plan de
acción y las actividades de un proyecto regional en el marco de los
valores democráticos.
Entre otros considerandos, los
participantes de la reunión tuvieron en cuenta la necesidad de 1)
establecer “un vínculo de coordinación de acciones a nivel regional”, que
permita la sistematización y el intercambio de experiencias sobre
proyectos desarrollados en los diferentes países relacionados con la
enseñanza y aprendizaje de los valores para la convivencia en democracia;
2) promover un compromiso de trabajo entre las universidades y los
ministerios de educación para que dentro de los planes de formación
docente se incluya el área de enseñanza y aprendizaje de valores
democráticos; 3) integrar la formación, capacitación y actualización de
docentes en el área de valores democráticos; 4) promover y fortalecer, en
el marco de las políticas educativas de los países, métodos de enseñanza
“que propicien la internalización de los más altos valores de convivencia
democrática y el progreso de la humanidad”; 5) promover, en el marco de
los curriculums de los sistemas educativos, la integración y consolidación
de los valores éticos y morales para el fortalecimiento de la democracia a
nivel regional, nacional y local y 6) propiciar, a través de la propuestas
curriculares, la concientización, la autoconcientización y la
participación activa de las comunidades educativas para el rescate y la
conservación de los valores democráticos.
Los firmantes de la Declaración expresaron
además su convencimiento respecto de la importancia de crear escenarios
para concientizar a la comunidad sobre la necesidad de valorar “el
significado de sus raíces en el contexto del pluralismo cultural”,
exhortando a los medios de comunicación, las instituciones políticas y los
sectores de la sociedad civil a colaborar en la transmisión y el
aprendizaje de los valores éticos y morales propios de la vivencia
democrática. La declaración indica además que es indispensable “el
reencuentro entre la escuela y la familia” a fin de fomentar espacios y
canales que permitan la práctica de los valores democráticos.
Segundo Seminario/taller para Centroamérica
(1998)
En el marco de los mandatos emanados de la
Segunda Cumbre de las Américas, y con la colaboración del Ministerio de
Educación nicaragüense y la asociación civil Centro de Educación para la
Democracia, la UPD organizó en Managua, Nicaragua, un segundo seminario-taller
para el área centroamericana entre el 23 y 25 de septiembre de 1998. El
encuentro, denominado Proyecto Regional de Cooperación Centroamericano en
Educación para la Democracia, tuvo por objetivo analizar las experiencias
regionales en el campo de educación para la democracia; estudiar las
necesidades de los países de la región en cuanto al desarrollo integral de
programas de educación para la democracia e identificar posibles
actividades de cooperación horizontal en este campo, que pudieran
desarrollarse en el marco de un plan de acción regional de educación para
la democracia. Del mismo participaron los viceministros de Educación de la
región, funcionarios de los ministerios de educación a cargo de la
formación de maestros y profesores, directores de facultades y centros de
formación superior, representantes de ONG y expertos en educación de la
región.
En la declaración final del seminario, los
participantes reiteraron la necesidad de establecer “un vínculo de
coordinación” para realizar actividades a nivel regional, que permita la
sistematización y el intercambio de experiencias sobre proyectos
desarrollados en los diferentes países en relación a la enseñanza y el
aprendizaje de los valores para la convivencia en democracia. En este
sentido, la declaración exhorta a desarrollar urgentemente programas
regionales de apoyo para la formación, capacitación y actualización de
docentes en la enseñanza de actitudes, valores y prácticas democráticas.
Los firmantes del documento enfatizaron
además la necesidad de que el curriculum de los sistemas educativos de la
región, incluyendo los programas de formación de maestros, promueva la
enseñanza y aprendizaje de valores básicos para el fortalecimiento de la
democracia a nivel regional, nacional y local, fortaleciendo los métodos
innovadores de enseñanza que propicien la interiorización de esos valores.
El documento añade que es necesario promover “un compromiso y una más
cercana relación de trabajo” entre las instituciones de educación superior
y los ministerios de Educación, a fin de facilitar la inclusión en los
planes de formación docente el área de enseñanza y aprendizaje de valores
democráticos. El documento reconoce además que es indispensable propiciar
encuentros entre el sistema educativo formal y la comunidad, incluyendo la
familia, a fin de establecer vínculos que faciliten el trabajo conjunto
para la promoción de los valores y prácticas democráticas.
En base a estas declaraciones, los
viceministros acordaron llevar a cabo una serie de actividades como parte
de un plan de acción regional, solicitando para ello el respaldo de la OEA:
• investigaciones y publicaciones conjuntas
y comparativas para el diseño y desarrollo de curricula y materiales de
enseñanza sobre valores y prácticas democráticas para la formación de
docentes y capacitadores, así como investigaciones sobre las metodologías
apropiadas para la enseñanza y aprendizaje en la materia.
• encuentros y talleres regionales para el
análisis de las investigaciones mencionadas, así como para el intercambio
de experiencias en el campo de la formación de maestros, del que puedan
participar representantes de ministerios de educación, instituciones
formadoras de docentes, escuelas normales y organizaciones de la sociedad
civil.
• cursos regionales anuales y rotativos
relacionados a la formación y/o capacitación de capacitadores y maestros,
centrados, entre otros temas, en el diseño curricular, el desarrollo de
material didáctico, el uso de metodologías de enseñanza y aprendizaje y la
evaluación de impacto de educación cívica.
• establecimiento de un centro y/o una red
regional de instituciones y expertos para facilitar la comunicación y la
cooperación regional a fin de poder brindar servicios de asesoría técnica,
intercambio de información y materiales didácticos, difusión de nuevos
conocimientos en materia de Educación para la democracia y creación de una
base de datos sobre expertos e instituciones que trabajan en este campo,
entre otros.
III. FORMACION DE LIDERES JOVENES
A pesar del resurgimiento de la democracia
en América Latina, y de la máxima prioridad que ésta ha adquirido en el
sistema interamericano a partir de la década de los años ochenta, las
instituciones, valores y prácticas democráticas aún no se han arraigado de
manera definitiva en los países del Hemisferio. La debilidad de éstas
representa uno de los obstáculos más importantes a la consolidación de la
democracia y la paz en la región.
Teniendo en cuenta que las nuevas
generaciones constituyen el futuro de los pueblos de las Américas y la
base para el desarrollo de una cultura política democrática, y que por lo
tanto éstas deben ser motivadas para involucrarse en el funcionamiento y
las prácticas de las instituciones y procesos democráticos, la UPD comenzó
a organizar en 1998, en cooperación con instituciones académicas y
gubernamentales de los Estados Miembros, una serie de cursos subregionales
teórico-prácticos sobre estos temas.
Para el diseño de los mencionados cursos se
partió de la premisa que la democracia moderna requiere dirigentes y
líderes que posean, además de vocación, carisma, elocuencia y dedicación,
ciertos conocimientos substantivos y técnicos, que les permita analizar y
entender adecuadamente la realidad y complejidad de los procesos políticos,
desarrollar un mayor compromiso con la democracia, construir una visión
política convocante y actuar en consecuencia.
En ese sentido, el objetivo de los cursos
es el de contribuir al desarrollo y la apropiación de conocimientos
teóricos y empíricos sobre el funcionamiento de las instituciones y
procesos democráticos, enfatizando la importancia, significado y vigencia
de los principios, valores, prácticas e instituciones fundamentales de la
democracia. Los cursos se proponen además promover el conocimiento de las
técnicas, herramientas y prácticas del quehacer político moderno
consideradas imprescindibles para la gestión pública y la conducción y
gerencia política, tales como las técnicas y estrategias de comunicación
política y negociación; la organización partidaria y de campañas
electorales; la formulación y uso de encuestas, la organización,
administración y fiscalización electoral y el manejo de estadísticas y
bases de datos, entre otros. Adicionalmente, los cursos intentan
incentivar el intercambio de experiencias, testimonios y valoraciones
críticas así como el diálogo entre jóvenes líderes de distintos sectores
políticos y sociales de los estados miembros en torno a los valores y las
prácticas democráticas.
Los cursos son de carácter subregional,
rotativos y anuales y están dirigidos a jóvenes menores de 35 años
provenientes de la academia, los medios de comunicación, los partidos
políticos y las organizaciones de la sociedad civil. Durante el transcurso
de los se analizan y discuten, entre otros temas, la teoría y practica de
la democracia; el desempeño de las instituciones ejecutiva, legislativa y
judicial; el funcionamiento del sistema electoral; el papel de los
partidos políticos, los medios de comunicación, las organizaciones de la
sociedad civil y la academia y la importancia de los principales valores
de la cultura política democrática, entre otros. Los expositores y
facilitadores de los talleres y sesiones prácticas son reconocidos
expertos de la región.
Hasta el momento se han realizado dos
cursos en el Cono Sur (Argentina y Paraguay), dos en Centroamérica (Costa
Rica y Guatemala) y dos en la región Andina (Ecuador y Colombia). Los
mismos contaron con la colaboración del Instituto de Capacitación Política
del Ministerio del Interior (Argentina); el Vice Ministerio de la
Juventud, la Universidad Católica y la Fundación Konrad Adenauer
(Paraguay); el Centro de Asesoría y Promoción Electoral y el Instituto
Interamericano de derechos Humanos-CAPEL/IIDH (Costa Rica); el Instituto
de Estudios Políticos-INSEP (Guatemala); el parlamento Andino y la
Universidad de Cuenca (Ecuador) y el Instituto Galán para el Desarrollo y
la Democracia (Colombia).
IV. CONSTRUCCION DEL DIALOGO Y RESOLUCION
DE CONFLICTOS
En el marco del actual proceso de
consolidación democrática, los Estados miembros han experimentado con
frecuencia la necesidad de crear espacios nacionales de participación y
diálogo entre la sociedad civil y el estado, a fin de facilitar la
resolución pacífica de los conflictos que afectan la relación entre
gobernados y gobernantes. Conscientes del peligro que presupone la
persistencia de situaciones caracterizadas por la intransigencia, la
desconfianza mutua y la falta de diálogo sistemático, los gobiernos de los
países del Hemisferio se encuentran actualmente promoviendo diversos
procesos de concertación política y social mediante el desarrollo de
mecanismos de prevención y resolución pacífica de conflictos que incluyen
entre otros, el análisis de conflictos, la mediación, la conciliación, la
negociación y la facilitación de diálogo.
La UPD, en el marco de una serie de
programas bilaterales y regionales, ha contribuído significativamente
tanto al fortalecimiento de las instituciones democráticas como a la
prevención de conflictos en varios países del Hemisferio. Los programas de
la UPD en esta área incluyen, entre otros, el Programa Cultura del Diálogo:
Desarrollo de Recursos para la Construcción de la Paz en Guatemala (OEA-PROPAZ);
las Comisiones de Paz en Nicaragua; los programas de resolución de
conflictos y reducción de la violencia de la Misión Civil Internacional en
Haití (MICIVIH) y el Proyecto sobre el Bloque Samoré en Colombia, además
de una serie de cursos regionales sobre Análisis y Gestión de Conflictos
en diversos países de la región.
Estas experiencias le han permitido a la
UPD desarrollar y sistematizar, entre otros aspectos, una serie de
metodologías, marcos conceptuales, instrumentos y recursos humanos en el
campo de la capacitación, análisis, gestión, resolución y prevención de
conflictos, así como en el área de la toma de decisiones colectivas y la
planificación estratégica de procesos de paz. PROPAZ (Guatemala)
“Cultura de Diálogo: Desarrollo de Recursos
para la Construcción de la Paz” (PROPAZ) es un programa desarrollado por
la OEA a partir de 1995 a solicitud del gobierno de Guatemala, dirigido a
incrementar la capacidad del gobierno y la sociedad civil guatemalteca
para promover el diálogo y la resolución pacífica de conflictos. En 1996,
PROPAZ se incorporó al Programa Especial de Apoyo a Guatemala de la OEA,
luego de que el gobierno nacional solicitara a la Secretaría General la
inclusión del programa en las actividades desarrolladas en el marco del
proceso de pacificación, democratización y reconciliación nacional.
En cumplimiento de este último mandato,
PROPAZ se concentró en los últimos años en el apoyo a las comisiones
paritarias y las comisiones específicas creadas por los acuerdos de paz en
materia de reforma educativa, participación ciudadana, oficialización de
idiomas indígenas y derechos indígenas sobre la tierra, a través del
diseño de foros conjuntos de diálogo entre la sociedad civil y el gobierno,
fuera de las mesas formales de negociación.
El objetivo principal del Programa Cultura
de Diálogo es el de contribuir a la creación de condiciones y procesos que
hagan posible la transición de una cultura de confrontación a una cultura
de diálogo, enfatizando la capacitación de los actores de los diferentes
niveles de la sociedad en temas tales como la comunicación, la negociación,
la mediación, la conciliación y el análisis y resolución de conflictos. La
estrategia del Programa es la de contribuir a la creación de una capacidad
nacional instalada, habilitada y desarrollada para el tratamiento pacífico
de los conflictos que afectan a la sociedad guatemalteca. El programa se
concentra en tres niveles de asistencia: la facilitación de espacios
informales de diálogo; la capacitación de actores en temas relacionados al
campo de la resolución pacífica de conflictos y la asistencia técnica
dirigida al fortalecimiento institucional de los actores que actúan como
contrapartes del programa.
Específicamente, PROPAZ se propone 1)
fortalecer la capacidad institucional de algunos de los organismos del
gobierno para responder positiva y efectivamente a los problemas que
generan conflictos; 2) reforzar la capacidad de algunas de los
organizaciones de la sociedad civil para tratar constructivamente los
problemas que generan conflictos; 3) apoyar la creación o desarrollo de
mecanismos intersectoriales que faciliten la participación de actores del
estado y la sociedad civil en la búsqueda de soluciones conjuntas a los
problemas claves que afectan la sociedad guatemalteca; 4) incrementar la
capacidad de los recursos humanos de Guatemala en las áreas de mediación,
negociación y facilitación de diálogo y 5) compartir las lecciones
aprendidas, las metodologías y los materiales de aprendizaje de la
experiencia de PROPAZ en Guatemala con actores nacionales e
internacionales interesados en los procesos de construcción de la paz.
Para el cumplimiento de sus propósitos, el
Programa utiliza una metodología participativa, en el cual las
contrapartes nacionales desarrollan procesos de análisis de conflictos,
diálogo, negociación, concertación o participación a través de espacios
formales y no formales, facilitados o potenciados por el Programa. El
Programa trabaja directamente con los actores guatemaltecos a cargo del
desarrollo de marcos o directrices para el tratamiento de conflictos.
Areas del Programa. El Programa está
dividido en cuatro áreas de acción: estatal, intersectorial, zonal y de
formación de recursos humanos.
Area Intersectorial. El objetivo del área
intersectorial es el de crear espacios nacionales para el análisis, la
discusión, la negociación, la elaboración de propuestas y la conducción de
procesos en las principales áreas de conflicto del país (tierra, trabajo y
desarraigo). En este sentido, el área intersectorial propicia la
participación organizada de los principales actores, estatales o de
organizaciones de la sociedad civil, en la discusión en torno a estas
grandes áreas de conflicto, ofreciéndoles la capacitación necesaria. En
este marco, el área intersectorial ha facilitado el diálogo inter-agencial
entre diversas instituciones del gobierno (tales como la Dependencia
Presidencial de Asistencia Legal y Resolución de Conflictos sobre la
Tierra-CONTIERRA, el Fondo para la Tierra-FONTIERRA y la Comisión
Institucional para Desarrollar y Fortalecer la Propiedad de la Tierra-PROTIERRA)
y el diálogo entre éstas y otras agencias gubernamentales y diversas
organizaciones de la sociedad civil (tales como la Coordinación de la
Organización del Pueblo maya de Guatemala-COPMAGUA y la Coordinadora
Nacional de Organizaciones Campesinas-CNOC) para promocionar el
establecimiento de un diálogo constructivo.
Area Estatal. El objetivo del área estatal
es el de fortalecer la capacidad de las instituciones estratégicas y
operativas del Estado para que éste pueda responder adecuadamente a los
conflictos y a los factores que los generan. Entre otras actividades, se
destaca el trabajo realizado con la Comision Institucional para el
Desarrollo y Fortalecimiento de la Propiedad de la Tierra-PROTIERRA y la
Dependencia Presidencial de Asistencia Legal y Resolución de Conflictos
sobre la Tierra-CONTIERRA en el ámbito de la tierra; la Escuela Superior
de Conciliación y Mediación del Ministerio de Trabajo en el ámbito laboral
y con la Comisión de Modernización del Organismo Judicial en el ámbito de
la justicia.
Area Zonal. El área zonal del programa
tiene como propósito contribuir al desarrollo de una infraestructura de
paz en los municipios del país, ya sea a través de instancias
gubernamentales, de instancias de la sociedad civil o de ambas. Entre
otras actividades, esta área proveyó entrenamiento en comunicación y
análisis de conflicto a 60 vicealcaldes auxiliares en el departamento de
Rabinal, apoyando así los esfuerzos para mejorar las relaciones y la
comunicación entre las autoridades locales. PROPAZ ejecutó también en este
departamento una serie de programas de entrenamiento para directores y
funcionarios técnicos de las llamadas Unidades Técnicas Municipales (UTM),
así como una serie de iniciativas para apoyar los esfuerzos para mejorar
las relaciones inter institucionales entre los diferentes órganos
gubernamentales locales.
Area de Formación de Recursos Humanos. El
objetivo del área de formación de recursos humanos ha sido la de
desarrollar la capacidad nacional en las áreas de facilitación de diálogo
y diseño de procesos de negociación multilateral, a fin de cooperar con el
establecimiento de mecanismos institucionales viables y la generación de
recursos humanos capacitados para tratar efectivamente el conflicto. En
este sentido, PROPAZ desarrolló un programa de entrenamiento intensivo
sobre el manejo de conflicto intersectorial para individuos provenientes
de los distintos sectores de la sociedad guatemalteca. Como parte de estos
esfuerzos, el programa diseñó un curriculum titulado "Diseñando y
Facilitando Procesos de Acercamiento y Diálogo", cuya primera etapa se
llevó a cabo en la primera mitad del corriente año. Dicho proceso tuvo
como objetivo la formación de individuos provenientes de distintos
sectores en el área de facilitación de procesos de diálogo y negociación,
tanto internos entre grupos de un mismo sector o entre distintos sectores.
La formación fue estructurada de forma tal que los participantes egresaran
del curso con capacidades y conocimientos técnicos para propiciar, diseñar
y facilitar procesos participativos y de toma de decisiones. La selección
de los participantes se hizo a título individual y se llevó a cabo
mediante un cuidadoso proceso, que incluyó la elaboración de ensayos y
trabajos de análisis. Adicionalmente, PROPAZ proveyó entrenamiento en
técnicas de negociación a un grupo de funcionarios clave del Ministerio de
Trabajo y Promoción Social (MTPS), a través de la Escuela de Conciliación
y Mediación (ESCM). PROPAZ trabajó también con la Universidad Landívar, en
donde se realizaron cursos de capacitación para docentes a nivel
universitario y representantes de ONGs.
PROPAZ es un programa único en el sentido
que intenta ofrecer una aproximación integral al proceso de construcción
de la paz, combinando el desarrollo de habilidades específicas -tales como
las de comunicación, negociación mediación y desarrollo de consensos- con
la creación de foros o espacios donde las partes en disputa se reúnen para
resolver sus diferencias. En este sentido, el enfoque de PROPAZ tiene en
cuenta las dimensiones humana, cultural y estructural del proceso de
construcción de la paz.
Las Comisiones de Paz (Nicaragua)
Las Comisiones de Paz son agrupaciones
civiles independientes impulsadas por la Comisión Internacional de Apoyo y
Verificación (CIAV/OEA) en Nicaragua a partir de 1994 con el objeto de
estimular la participación de la sociedad civil en la promoción y
protección de los derechos humanos y la resolución pacífica de conflictos
en las zonas con mayores índices de conflictividad. Las mismas están
integradas por líderes campesinos y cumplen funciones en cuatro áreas
principales: mediación, verificación del respeto a los derechos humanos,
promoción de los derechos humanos y facilitación de proyectos de interés
comunitario.
La decisión de crear las comisiones de paz
se debió en parte a la ausencia en las zonas de postguerra de
instituciones del estado o de la sociedad civil que pudieran asumir
gradualmente las tareas de verificación, resolución de conflictos y
mediación que cumplían hasta ese momento los funcionarios internacionales
de la CIAV.
Para la creación de las comisiones de paz,
la CIAV identificó las zonas de mayor violencia y conflictividad dentro
del territorio de postguerra nicaragüense, lo que implicó determinar los
lugares con mayor incidencia de enfrentamientos militares y violaciones de
los derechos humanos. Una vez identificadas estas zonas, se procedió a
identificar a los individuos con mayor predicamento, prestigio y
disposición para organizarse, al margen de los bandos a los que hubieran
pertenecido durante el conflicto de la década del ochenta. Una vez que
éstos fueron identificados se procedió a capacitarlos mediante la
implementación de seminarios de formación en derechos humanos, educación
cívica y técnicas de resolución de conflictos. Entre 1994 y 1996 se
impartieron 852 talleres de capacitación.
Durante el desarrollo de los talleres de
capacitación, la OEA asesoró a los participantes sobre posibles formas de
organización de las futuras comisiones de paz, de acuerdo a los criterios
y necesidades de cada grupo. Así, cada comisión asumió la forma
organizativa producto de las inquietudes de sus integrantes, las
necesidades particulares de sus comunidades y la singularidad de los
conflictos que enfrentaban. Por lo general, las comisiones se
estructuraron en torno a una comisión directiva elegida democráticamente y
diversas comisiones de trabajo para el desarrollo de las tareas
específicas.
Con el objeto de garantizar la continuidad
de las comisiones de paz luego del retiro de la CIAV, la OEA involucró en
el programa a instituciones permanentes de la sociedad nicaragüense, tales
como la Iglesia Católica. Mediante esta iniciativa, la CIAV buscó
proporcionar a las comisiones de paz el apoyo de instituciones nacionales
con fuerte presencia y prestigio en las zonas de conflicto. Actualmente,
las diferentes comisiones se hallan ligadas entre sí, formando una red que
cubre la totalidad de las zonas de postguerra.
Funciones de las Comisiones de Paz. Como se
señaló anteriormente, las comisiones de paz cumplen sus tareas en cuatro
áreas principales: mediación, verificación del respeto a los derechos
humanos, promoción de los derechos humanos, y facilitación de proyectos de
interés comunitario.
Mediación. La existencia de las comisiones
de paz permite a la población de las zonas más aisladas contar con un
mecanismo local de resolución de controversias. Esta circunstancia opera
como un elemento disuasivo de la violencia, creando, a la vez, un
principio básico de institucionalidad. Los conflictos en los que han
intervenido las comisiones de paz abarcan conflictos agrarios, conflictos
derivados de la presencia de grupos armados y conflictos
político-ideológicos, entre otros. En el caso de los conflictos en los que
se encontraban involucrados grupos irregulares armados y fuerzas del
estado, las gestiones de las comisiones han sido especialmente importantes
como factor de distensión. Estas acciones han permitido estabilizar
comunidades que antes de la formación de las comisiones se hallaban
sometidas a fuertes niveles de violencia.
Verificación de derechos humanos. Las
comisiones de paz reciben denuncias sobre violaciones a los derechos
humanos de la población campesina, realizan la investigación pertinente y,
en base a los resultados de dicha investigación, llevan a cabo gestiones
ante las autoridades judiciales y policiales más cercanas, operando como
nexo entre las comunidades y las autoridades. Este procedimiento ha
permitido paliar, en parte, la falta de jueces y policías en estas áreas,
actuando como un mecanismo local de control y disuasión de excesos,
violaciones y abusos de autoridad. Mediante estas acciones se intenta
eliminar el fenómeno de la impunidad, que ha sido históricamente un factor
reproductor de la violencia.
Promoción de los Derechos Humanos. Las
comisiones de paz desarrollan un papel fundamental en la difusión de la
noción de derechos humanos en sus respectivas comunidades. Esta tarea es
particularmente importante en las zonas que han vivido históricamente en
guerra y donde por lo tanto persiste la cultura de la confrontación y la
intolerancia.
Facilitación de proyectos estatales o no-gubernamentales.
Las comisiones de paz actúan también como facilitadoras para la ejecución
de proyectos de desarrollo y de fortalecimiento institucional, tanto por
parte del Estado como por parte de organizaciones no-gubernamentales. Este
aspecto del trabajo de las comisiones de paz reviste particular
significación, ya que el mismo les ha permitido asumir gradualmente otras
funciones, vinculadas al desarrollo comunitario. Dadas las grandes
carencias sociales y económicas de estas zonas, el papel de facilitadoras
de proyectos de las comisiones de paz contribuye a mejorar las condiciones
sociales de la población en general. Dada la dificultad para acceder a
estas zonas, muchos de los proyectos realizados en la región en los
últimos años difícilmente podrían haberse ejecutado sin la asistencia de
las comisiones de paz locales.
Logros de las Comisiones de Paz. La
actividad de las comisiones de paz en las antiguas zonas de conflicto
permitió restar legitimidad a las expresiones armadas como forma de
resolución de los problemas de la comunidad. La participación de
instancias locales en los procesos de negociación y mediación permitió
además adecuar las alternativas del proceso de pacificación a las
particularidades de cada región. Si bien la función principal de las
comisiones de paz fue inicialmente la de actuar como promotoras de los
derechos humanos y mediadoras en casos de conflictos, éstas se
convirtieron gradualmente en las expresiones organizadas más visibles de
la comunidad, pasando a actuar como interlocutoras ante las autoridades
nacionales, promotoras de iniciativas de desarrollo local y facilitadoras
para la ejecución de distintos proyectos de interés comunitario.
La actividad de las comisiones posibilitó,
entre otras cosas, la desmilitarización de centros poblados en las zonas
de postguerra, lo que a su vez facilitó el desescalamiento de situaciones
de conflicto en varios municipios. Entre otros logros, las gestiones
realizadas por las comisiones de paz permitieron el establecimiento de
ceses de fuego, la desmovilización de varios grupos rearmados y la
liberación de numerosos rehenes . La recepción de denuncias por
violaciones a los derechos humanos, la realización de las investigaciones
pertinentes y la gestión ante autoridades competentes contribuyó además a
la disminución de este tipo de abusos .
Adicionalmente, las comisiones de Paz han
apoyado al Consejo Supremo Electoral para la organización de las
inscripciones electorales en las zonas más alejadas ; colaborado con el
ejército para actividades de desminado en zonas remotas y asistido a la
población en proyectos de titulación de tierras . Las comisiones han
apoyado también a organismos estatales y no-gubernamentales para el
desarrollo de proyectos de infraestructura, vivienda, salud y medio
ambiente en comunidades alejadas.
La actividad de las comisiones de paz en
las zonas de postguerra tuvo un importante efecto multiplicador. El éxito
de las primeras comisiones motivó la creación de comisiones similares en
otros puntos del país, lo que gradualmente permitió establecer una red
nacional. Este efecto benefició especialmente a las comunidades más
alejadas ya que el mismo les posibilitó trascender su aislamiento.
Actualmente existen 180 comisiones y subcomisiones de paz, de las que
participan aproximadamente 1.000 promotores. Las mismas conforman una red
nacional, abarcando una serie de municipios situados en las zonas
conflictivas o potencialmente conflictivas del país. Todas ellas se hallan
intercomunicadas con equipos de radio, lo que les permite un inmediato
intercambio de información. MICIVIH (Haití)
La Misión Civil Internacional en Haití (MICIVIH)
fue creada por la OEA y la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en
febrero de 1993 como resultado de un esfuerzo internacional para resolver
la crisis política haitiana provocada por el golpe de estado de 1991.
El mandato de la MICIVIH se concentra
principalmente en la promoción y defensa de los derechos humanos y el
apoyo a la consolidación democrática y el fortalecimiento institucional.
En 1997, sin embargo, con el apoyo de la UPD se inició un exhaustivo
programa de resolución pacífica de conflictos. El objetivo general de este
programa fue el de incrementar la capacidad institucional e individual de
Haití a fin de posibilitar una transformación duradera y estratégica de la
sociedad. Para ello, el programa se concentró en el desarrollo de técnicas
de comunicación efectiva entre los segmentos críticos de la población,
tales como la policía, la juventud, los jueces, los líderes municipales y
los sectores campesinos, así como los diferentes estamentos entre las
autoridades.
Programas específicos. En el marco de este
programa se establecieron cinco programas específicos de capacitación:
resolución pacífica de conflictos para campesinos; resolución pacífica de
conflictos para miembros de la policía; resolución pacífica de conflictos
para representantes de la sociedad civil; mediación para autoridades
judiciales y reducción de la violencia urbana.
Capacitación en resolución de conflictos
para campesinos. Este programa se estableció en el departamento de
Artibonite con el objeto de entrenar a líderes campesinos y comunitarios
en el manejo de herramientas para la resolución pacífica de los conflictos
vinculados a la tierra, así como de proveerles de un foro informal para la
exploración y discusión de sus problemas.
Capacitación en resolución de conflictos
para la policía nacional haitiana (HNP). Este programa tuvo como objetivo
transformar las relaciones entre la policía y el público, caracterizada
con frecuencia por problemas de abuso. El programa fue administrado en
forma conjunta con la Academia Nacional de Policía (Direction de Ecoles et
de Formation Permanente) y contó con la cooperación de la Oficina Nacional
del Jefe de Policía (Direction Generale de la Police Nationale de Haití).
Capacitación en resolución pacífica de
conflictos para representantes de organizaciones no-gubernamentales. Este
programa estuvo dirigido a representantes de la sociedad civil y tuvo como
objeto expandir la red de individuos con experiencia y conocimiento en
técnicas de intervención y prevención de conflictos en sus respectivas
áreas de trabajo.
Programa en mediación para autoridades
judiciales. Este programa tuvo como objetivo el entrenamiento de
autoridades judiciales, en particular de jueces y fiscales, en el empleo
de técnicas de mediación como métodos efectivos para la resolución de
disputas domésticas e interfamiliares. El programa trabajó directamente
con el Ministerio de Justicia y la Escuela Nacional de la Magistratura (Ecole
de la Magistrature), los cuales adoptaron luego formalmente el programa
para el entrenamiento de la fuerza policial.
Programa de Reducción de la Violencia
Urbana. Este programa fue establecido en forma conjunta con los comités
locales de prevención del crimen con el objeto de facilitar el diálogo y
desarrollar relaciones personales entre la policía y la ciudadanía.
Mediante esta iniciativa se buscó incrementar el sentido de participación
y responsabilidad ciudadana en el análisis de problemas comunitarios,
tales como el patrullaje policial y la prevención del crimen. Los
participantes de los programas fueron introducidos a conceptos claves
vinculados a la definición de conflictos, los diferentes estilos de manejo
de conflictos, las diferencias entre conflictos destructivos y conflictos
constructivos y las habilidades y técnicas de comunicación efectiva. Las
sesiones de entrenamiento incluyeron también una serie de ejercicios
introductorios sobre negociación y mediación. Entre otros elementos, el
programa desarrolló un manual de técnicas de resolución de conflictos.
Caso del Bloque Samoré (Colombia)
En mayo de 1997, el Gobierno de Colombia
solicitó a la OEA adelantar una investigación sobre el conflicto generado
en el llamado Bloque Samoré, en el sector nororiental de Colombia, entre
un grupo de compañías petroleras y la comunidad indígena U'wa. La
solicitud respondía directamente a un requerimiento formulado por el
Ministerio de Relaciones Exteriores y el Ministerio de Minas y Energía de
Colombia, con el aval de la compañía petrolera Occidental de Colombia (subsidiaria
de la compañía Occidental de los Estados Unidos) y representantes de la
comunidad U'wa y de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC).
Otras de las partes interesadas eran la Dirección General de Asuntos
Indígenas del Ministerio del Interior y el Instituto Colombiano de la
Reforma Agraria (INCORA) del Ministerio de Agricultura.
En respuesta a esa solicitud, la OEA
organizó una misión compuesta por expertos de la UPD, de la Secretaría
General de la Organización y del Centro de Sanciones No Violentas y
Supervivencia Cultural de la Universidad Harvard. El objetivo de la misión
fue el de recopilar las perspectivas y opiniones sobre el caso e
identificar posibles fórmulas de manejo del conflicto. Asimismo, se acordó
que, de contarse con el aval de los sectores involucrados, se iniciaría
posteriormente un proceso de diálogo con el fin de facilitar entre estos
sectores la mutua comprensión de los diversos aspectos involucrados en el
conflicto, tales como los aspectos relativos a la preservación cultural y
aquellos de orden social, económico y ambiental.
Tras la conclusión de los estudios
iniciales y la presentación del informe correspondiente, titulado "El Caso
Samoré: Observaciones y Recomendaciones", el equipo de la OEA y la
Universidad de Harvard propuso una serie de recomendaciones a fin de
facilitar el acercamiento entre las partes. Entre otras sugerencias, en el
mencionado documento se recomendó: 1) la emisión de una declaración por
parte de las compañías petroleras en la que se comprometan a suspender la
ejecución de sus planes para la exploración o explotación de petróleo
dentro del Bloque Samoré, como paso inicial para la creación de mejores
condiciones para el diálogo; 2) la normalización del proceso para la
ampliación de la reserva destinada a los U'wa; 3) la moderación de la
retórica pública de las partes; 4) el reconocimiento y el respeto del
sistema de autoridad y liderazgo de los U'wa; 5) la concretización de un
proceso de consulta bajo responsabilidad del gobierno colombiano; 6) la
preparación y asistencia técnica para los U'wa en cualquier proceso de
consulta que se realice con ellos y 8) la creación de un programa para la
prevención y/o resolución de conflictos.
El problema relativo al territorio quedó
superado mediante una resolución del INCORA firmada el 6 de agosto del
presente año, en la que el gobierno colombiano creó el llamado Resguardo
Unico U'wa, con un área que pasó de 61.000 a 220.000 hectáreas para una
comunidad de 707 familias integradas por 3.582 personas. El gobierno se
comprometió a destinar varios miles de millones de pesos para comprar
predios y realizar mejoras para los colonos y los campesinos que no
pertenecen a la comunidad indígena. Una de las aspiraciones de los actores
del conflicto era definir el resguardo de manera clara, garantizándose a
los U'wa las condiciones para el desarrollo y la sobrevivencia de su
cultura. El problema de la territorialidad se trabajó de manera
independiente, de acuerdo a las recomendaciones contenidas en el informe
del grupo OEA/Harvard. La discusión del mismo, por lo tanto, no se
condicionó a que los indígenas permitieran la exploración petrolera.
Cursos sobre análisis y manejo de
conflictos
La UPD, con la colaboración de otras
instituciones del Hemisferio, ha realizado dos cursos sobre análisis y
manejo de conflictos. El primero se realizó en Santo Domingo, República
Dominicana, a mediados de junio de 1999 y contó con la cooperación del
United States Intitute of Peace (USIP), el United States Federal Mediation
and Conciliation Service, la Pontificia Universidad Católica Madre y
Maestra (PUCMM) de Santo Domingo, el Programa Universitario Regional del
Caribe de la Unión Europea y el Departamento de Becas de la OEA. De este
curso participaron 30 representantes gubernamentales de alto nivel
provenientes del Caribe de habla inglesa, Haití, Belice, Guatemala, Costa
Rica, Nicaragua, Honduras, Panamá, El Salvador y Colombia, así como de
representantes de organizaciones de la sociedad civil.
El segundo se realizó en Bogotá, Colombia,
a mediados de septiembre de 1999, con la colaboración de la Universidad
Javeriana, el Instituto Colombiano de Crédito Educativo y Estudios
Técnicos en el Exterior (ICETEX) y la asistencia financiera del
Departamento de Becas de la OEA. Del mismo participaron 35 representantes
provenientes de sector público nacional, regional y local, medios de
comunicación, centros de estudios superiores y organizaciones de la
sociedad civil de la región Andina y Chile.
El objetivo principal de ambos cursos fue
el de promover un mayor conocimiento de la dinámica de los conflictos
socio-políticos, así como el desarrollo de las habilidades y destrezas
para prevenirlos, manejarlos y resolverlos. Asimismo, se intentó
sensibilizar a los participantes sobre la importancia de crear
instrumentos y estrategias para la resolución pacifica de conflictos.
Durante el transcurso de los cursos se analizaron temas tales como los
diferentes tipos de disputas y sus causas, la intensificación y reducción
de conflictos y el momento apropiado para comenzar los procesos de
negociación, facilitación, conciliación o mediación en los mismos.
V. OTRAS ACTIVIDADES
Como parte de sus actividades de apoyo a
los procesos de consolidación democrática, la Secretaría General de la OEA
prepara y envía misiones de observación electoral a los Estados miembros
que así lo solicitan. La Asamblea General de la Organización recomendó el
envío de estas misiones a los países que así lo soliciten con el objeto de
“observar el desarrollo, de ser posible en todas sus etapas, de cada uno
de los respectivos procesos electorales”.
Con el objeto de llevar a cabo este mandato,
y colaborar con las autoridades gubernamentales, electorales y partidarias
y la población en general para asegurar la integridad e imparcialidad del
proceso electoral, las misiones de observación electoral de la
Organización han servido con frecuencia como conducto informal para la
construcción de consenso, la distensión y la resolución de conflictos
entre los diferentes actores del proceso electoral. VI. CONCLUSIONES
El mantenimiento de la paz y la seguridad
en la región está íntimamente vinculado a la vigencia de los derechos
humanos y la consolidación de la democracia en los países del Hemisferio.
De ahí la importancia de inculcar en la sociedad y sus instituciones los
valores y las prácticas democráticas fundamentales.
El arraigo de estos valores y prácticas es
por definición una tarea lenta y un objetivo a largo plazo, ya que apunta,
en última instancia, a profundos cambios culturales tendientes a la
construcción de una sólida cultura política democrática. El desarrollo de
esta cultura implica la transformación de los valores, las creencias, las
actitudes, los comportamientos, las aptitudes y las prácticas vigentes en
una sociedad o comunidad.
Esta transformación de la sociedad es una
tarea colectiva. Por ello, la misma tiene que contar con el firme
compromiso e involucramiento no sólo de los gobiernos sino también de
todos los sectores de la sociedad, con el firme y decidido apoyo de
instancias multilaterales como la OEA.
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